martes, 17 de febrero de 2009

Balcones

Los balcones se quedaron dormidos con el leve susurro de las estrellas: ¡estaban tan cansados! El ir y venir de la gente, frenética, atropellada, vertiginosa, les había agotado. Sin duda fue un día lleno de jaleo. El sol les dijo en el crepúsculo - quedo para que sólo lo oyesen ellos - que no podía más, que hubiera preferido no salir pero le habían dado compasión los hombres - ¡pobrecillos! - siempre en espera del día para hacer y correr, como si eso fuese lo único importante.

Se durmieron rumiando las últimas frases del sol, pensando en alguna palabra de aliento con qué animarle al día siguiente. Los geranios permanecían en un silencio impertérrito, vigilando el sueño de sus compañeros, hasta que sin poderlo evitar se quedaron dormidos también. Todo, absolutamente todo dormía... menos la ventana de María.

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