martes, 7 de febrero de 2012


Me amenaza cada domingo puntualmente a las cinco de la tarde. Es el fantasma del lunes que rompe la cálida quietud de los fines de semana. Pone en mi alma zozobra y trepidación. Intento semana tras semana arrancar su hechizo. Pretendo ignorar su poder y, entonces, con más fuerza se yergue bebiéndose los resabios de la felicidad dominguera. Me apabulla. El tabardillo me toma presa. Lo único que me queda es dormir para que no me aplaste su realidad. Solamente así queda inerme. 

jueves, 2 de febrero de 2012

Bla, bla, bla

Bla, bla, bla...
La Constitución dice. La Constitución no dice. El Constituyente quiso decir. El Constituyente no quiso decir. Se ha dicho que el artículo dice. Se debe interpretar en el sentido de... Cabe interpretar en el sentido de... Hay muchas maneras de interpretar. Existe un precedente que dice que...
Total, todos salimos confundidos y mareados con semejante partido de ping pong de criterios jurídicos.

viernes, 20 de agosto de 2010

Ahí estaban los papeles riéndose de mí hasta que escondí sus risas en folders.

jueves, 19 de agosto de 2010

En un jueves cualquiera también se asoman los fantasmas.

jueves, 8 de abril de 2010

Nos vamos quedando solos

Nos vamos quedando solos...
Yo no pedí ni busqué ese hablar tan profundo,
la Presencia Tuya tan real y tan certera que me diste.
Yo, quieta, esperaba el sueño
que no llegaba porque te cedía el paso.

Quise levantarme,
plasmar nuestros quereres en mi cuadernillo,
pero temí espantar la dulzura del momento
y, luego, a ese sueño que vendría
cuando rendida me dejaras de tantos coloquios divinos.
La noche fue lírica, cuajada de misticismo
con diálogos secretos, con diálogos sublimes:
el amor al Amor, el Amor al amor.

Después de la vigilia ardorosa viene la mañana
en la que el cuerpo y el alma asidos al recuerdo
quieren seguir durmiendo.

Con el girar del sol toman cuerpo estas palabras:
“Señor, que nos vamos quedando solos”...
Poco a poco has ido quitando todo para poseerme
y en esta lucha por la posesión ¡qué llorar el mío!
porque tu Presencia va sangrando las paredes de mi alma
al dilatarse en ese Estarte Tú en mí:
no resisten tanta inmensidad, gritan por lo finito,
por aquello que se amolde a su forma sin cambiarla.

¡Qué afán de poseerme cuando mi corazón es tan pequeño!
Y así sin importarte te metes, quedo, cada vez más profundo
como un cazador que bien sabe el punto débil de su presa,
como el que quiere llegar al fondo de una mina oscura
para encontrar la veta más rica e insondable
donde refulgirá con mayor intensidad esa Luz que Tú llevas.

Y mientras socavas mi alma
grito de dolor por ese Amor que no entiendo.
Me dices con voces susurrantes:
“Calla y confía, confía en el Amor, mujer”.
Pero no te veo, sólo te siento
con un padecimiento inexplicable
para aquellos que no saben
que cuando la Inmensidad se llega a un alma
el trueque se torna agonizante.

“Nos vamos quedando solos”...
Los asideros que me sostenían has ido quitando:
uno a uno y poco a poco, pero todos, todos.
El vértigo de ese Estarte Tú en mí
hace que busque una barandilla
que sostenga la vida mía.
¿Qué quieres? ¿A dónde me llevas?
angustiadas te increpan mis lágrimas
- “Conmigo, conmigo” repites en voz baja.

¡Qué violencia me haces al penetrar
por las minas del corazón vacilante!
¿No podrás irte más quedo y de puntillas
que me hace daño tanto afán,
tu búsqueda en los pliegues de mi alma
de algo que ni sé yo si es que lo tengo?

¿Qué buscas al dejarme
oquedades sangrantes
sin saber su causa?
¿Qué buscas que no veo aún que encuentres?
De nuevo tu Voz deletrea el posesivo
que quiere poseer.

¿Qué es lo que buscas con este estruendo
que provocas en mi alma?
Queriendo ayudarme, me hacen daño
queriendo acogerme, me rasguñan
queriendo acompañarme, percibo sólo juicios...
¿Qué es este dolor que llevo?
“Nos vamos quedando solos”...

¡Si supiera querer el puñal con que me abres!
¡Si pudiera hacer mío todo su filo!
Puñal que corta y no mata, destila incógnita en su causa.
¿Por qué me abres cada pliegue
como escarbando en la concha de mi alma
una perla que no existe, que no tengo?
Lo mío no son perlas, no.
Mi alma es tan corriente
que sólo ofrece polvo de arena, abrojos.

“Nos vamos quedando solos”...
¿A dónde vas con este juego?
Me asusta tu Inmensidad
abriendo la puerta de lo mío.

¿Qué vienes a escudriñar en mi alma desierta?
Si sólo tengo quejas, un dolor lastimero
mojado por la angustia fría del tiempo.
Tal vez, tal vez, debajo de la arena encuentres
una esperanza que dormita
sepultada por aquellos que dicen que me quieren.

No tengo rocío para mojar mis días
como aquel del Día en que me nombraste,
mi alma es un desierto de dunas sin sentido.
¿Comprendes por qué te digo:
creciendo en mí me rompes!

Señor,
se van secando los veneros de mis aguas
y esa sequía me produce una sed que nada sacia.
¿No querrías llenar de agua de Mayo
la fuente que alivia mi cansancio?
¡Si Tú eres río, manantial, arroyo!
Dame de beber de tu Costado abierto
con una gota, Señor, bastaría
- ¡con una sola gota! -
para colmar de Infinito lo finito
y que mi corazón
– tan pequeño, tan marchito –
se dilate en Amores sin linderos.

martes, 23 de marzo de 2010

Testigo mudo

Ese pino mudo
testigo de encuentros,
de almas probadas,
de entregas garbosas
y vidas mediocres.

Es mudo ese pino
pero en su tronco lleva
huellas de palabras,
coloquios con el cielo.

¿Qué me dirías ahora
si tan sólo balbucearas
aquéllo que absorbiste?

¡Qué diálogos tan plenos,
qué firmes esperanzas!
Testigo nada más,
testigo que no habla.

miércoles, 17 de febrero de 2010

martes, 9 de febrero de 2010

Lo mejor del día inicia en su declive, al llegar el crepúsculo anunciando que en breve nos encontraremos.

viernes, 5 de febrero de 2010

Por el momento nada de nada. En blanco. ¡Pobre de mi blog! ¡Qué se muere de hambre! Comentábamos un grupo de amistades, con un buen vino en la mesa, de cómo la felicidad aturde a la escritura… Y así es: la dicha mata a este blog. Es así y no puede ser de otro modo, al menos por ahora. Quizá más adelante aprenda a hacerlos compatibles.

martes, 8 de septiembre de 2009

Psicología laboral

Ahí está, siempre inconforme, con una queja continua en la boca transformada en daga al tiempo de pronunciarla; corriendo tras el aplauso en una búsqueda incesante de ser reconocido; todos los días conviviendo con sus pronombres en primera persona del singular y con el claroscuro de su mirada, plataforma de proyectiles cargados de recelo y afán de competencia. Lo observo, lo miro, lo analizo. Intento escudriñar el pensamiento escondido detrás de tantos movimientos nerviosos, de un obsesivo perfeccionismo que de repente, y sin previo aviso, puede transformarse en ira ante el caos de la gente común y corriente. Así, día tras día, una jornada y otra en la que intentamos ganar el pan cotidiano. Conviviendo sin convivir puedo concluir que su enorme inseguridad se traduce en esa avidez de intentar vivir subido en un pedestal, que defiende a capa y espada con su aguda y mordaz lengua. Sus ojos bailan con cierta codicia al vislumbrar un rayo de gloria, pero que con agilidad logra disimular para transformarla en un “estoy para servirte” que raya en servilismo. Dicen las paredes que de enemigo nunca: ¿acaso de amigo sí? Sus amistades deben bailar al compás que les marque, a pesar de que el ritmo es cambiante y no obedece a ninguna razón específica o lógica sentimental. Eso sí, el gran secreto es que ante todo deben representar cierta utilidad, de lo contrario son víctimas de su desprecio e ironía. A través del cristal infiero la carencia de afecto, de un verbo que requiere del tú y no solo del yo, como lo es el verbo amar.