Ese pino mudo
testigo de encuentros,
de almas probadas,
de entregas garbosas
y vidas mediocres.
Es mudo ese pino
pero en su tronco lleva
huellas de palabras,
coloquios con el cielo.
¿Qué me dirías ahora
si tan sólo balbucearas
aquéllo que absorbiste?
¡Qué diálogos tan plenos,
qué firmes esperanzas!
Testigo nada más,
testigo que no habla.
martes, 23 de marzo de 2010
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